Hace tiempo que se reconoce que el sarampión y la rubéola constituyen una prioridad en materia de prevención de enfermedades debido a sus devastadoras consecuencias para la salud infantil; por ello, las seis regiones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se han fijado como objetivo la eliminación del sarampión, y cuatro de ellas el de la eliminación de la rubéola. En lo que va del siglo XXI se han logrado avances significativos a nivel mundial: una Comisión Regional de Verificación ha comprobado la eliminación del sarampión en más del 40% de los países del mundo y una eliminación mantenida de la rubéola en más del 50% de los países. Lograr nuevos avances implicará subsanar deficiencias fundamentales en los sistemas de salud, lo que supone un verdadero desafío en el contexto mundial actual, en el que muchos países deben hacer frente a múltiples obstáculos tanto para mantener como para lograr la eliminación del sarampión y la rubéola. Estos desafíos requieren una transformación estratégica hacia un enfoque holístico que integre la inmunización como elemento central de la atención primaria de salud en todos los niveles, lo que comportará amplios beneficios que irán más allá de la prevención del sarampión y la rubéola. Los avances se verán sustentados por innovaciones tecnológicas como las vacunas en parches de micromatrices. Queda por ver si este enfoque holístico será más eficaz que las iniciativas verticales para lograr la eliminación del sarampión y la rubéola. El sarampión es tan infeccioso, y su impacto inmediato en las personas y los sistemas de salud es tan visible, que cualquier punto débil en las estrategias nacionales o mundiales se pone inmediatamente de manifiesto. Ya hay las herramientas necesarias para evitar todas las muertes por sarampión y todos los casos de síndrome de rubéola congénita Tanto los países como los asociados —en todos los niveles— comparten la responsabilidad de garantizar la protección de la población infantil contra estas enfermedades totalmente prevenibles.