[Extracto] Al editor:
El artículo de Southwell et al. (1) bien hace referencia al rol del colectivo médico en mitigar los efectos de la información errónea sobre los individuos que acuden al sistema de salud y el rol de las habilidades comunicacionales y emocionales para afrontar este problema. Pero probablemente restringir esta función al momento de la relación médico paciente sea insuficiente para confrontar con el creciente volumen e impacto de la información errónea que por su magnitud y multidimensionalidad emerge como un fenómeno complejo.
Un caso particular lo constituyen los profesionales de la salud que promueven posiciones que están basadas en información errónea. La incorporación de profesionales de la salud al colectivo de activistas de teorías sustentadas sobre información errónea produce un enorme perjuicio que potencia este tipo de mensajes y brinda un piso de legitimidad (ya que en principio esta validada por un experto) reduciendo la información brindada en la práctica individual a una confrontación “argumento versus argumento”, donde el profesional muchas veces está en inferioridad de condiciones debido a la invasiva y enorme difusión de los mensajes brindados por estos profesionales. Es ahí que es válido reflexionar sobre los mecanismos con que cuentan los profesionales de la salud para contrarrestar esta desinformación, que por otro lado es masiva, viral y acompañada de una enorme cantidad de material audiovisual de fácil compartición. [...]