La pandemia de COVID-19 ha acentuado las desigualdades sociales, económicas y relacionadas con la salud, que afectan desproporcionadamente a las personas en situación de vulnerabilidad. Esta población incluye grupos étnicos que se enfrentan a la discriminación y obstáculos para el acceso a la atención integral de salud. La pandemia de COVID-19 ha expuesto estas desigualdades de salud, y las interrupciones de los servicios esenciales de salud han ampliado aún más las brechas en el acceso a la atención de salud. Las enfermedades no transmisibles son más prevalentes en los grupos que han sufrido un mayor impacto de los determinantes sociales de la salud deficientes y se han asociado con una mayor probabilidad de presentar un cuadro grave de COVID-19 y una mayor mortalidad. Asimismo, se proyecta que las interrupciones en la prestación de servicios esenciales de salud para las enfermedades no transmisibles, la salud mental, las enfermedades transmisibles como la infección por el VIH, la tuberculosis y la malaria, y los servicios de salud maternoinfantil (como la salud sexual y reproductiva) incrementen los resultados deficientes en materia de salud. Otros retos son una mayor frecuencia de la violencia interpersonal y la inseguridad alimentaria. Los países de la Región de las Américas han respondido a las interrupciones causadas por la pandemia con la prestación de servicios de salud mediante la telemedicina y otras soluciones digitales, y la aceleración de las intervenciones de apoyo de los servicios sociales. A medida que la vacunación contra la COVID-19 crea la oportunidad de superar la pandemia, los países deben fortalecer su atención primaria de salud y sus servicios de salud esenciales a fin de garantizar la equidad, para que la Región logre la cobertura universal de salud en cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.