Objetivo.
Describir la prevalencia de la violencia física, sexual y emocional infligida recientemente en niños y niñas de 0 a 19 años en América Latina y el Caribe (ALC) según la edad, el sexo y el agresor.
Métodos.
Se llevó a cabo una revisión y un análisis sistemáticos de la bibliografía publicada en los grandes conjuntos de datos. Las fuentes desde los primeros registros hasta diciembre del 2015 que cumplían los criterios fueron las que contenían datos específicos de América Latina y el Caribe en función de la edad, el sexo y el agresor. Se realizaron metarregresiones de los efectos aleatorios, con ajustes pertinentes para las covariables de calidad y las diferencias en las definiciones de violencia.
Resultados.
Setenta y dos encuestas (2 publicaciones y 70 conjuntos de datos) cumplieron los criterios de inclusión, que representaban 1.449 estimaciones de 34 países. La prevalencia de la violencia física y emocional infligida por cuidadores fue del 30% al 60% y disminuyó al aumentar la edad. La prevalencia de la violencia física infligida por estudiantes (17% a 61%) disminuyó con la edad, mientras que la violencia emocional se mantuvo constante (60% a 92%). La prevalencia de la violencia física infligida por la pareja fue de 13% a 18% para las niñas en edades de 15 a 19 años. Fueron pocas o inexistentes las estimaciones que cumplieran los criterios realizadas el año pasado sobre: la violencia de todo tipo contra los niños y las niñas menores de 9 años y los niños entre los 16 y 19 años; la violencia sexual contra los niños de cualquier edad y las niñas menores de 15 años; la violencia infligida por la pareja, salvo en niñas de 15 a 19 años; y la violencia infligida por figuras de autoridad (por ejemplo profesores) o por pandillas o el crimen organizado.
Conclusiones.
La violencia emocional y física infligida por los cuidadores y estudiantes es generalizada en
América Latina y el Caribe en todas las edades en la niñez, al igual que la violencia infligida por la pareja hacia niñas en edades entre los 15 y 19 años. Se debe ampliar la recopilación de datos en América Latina y el Caribe para dar seguimiento al progreso hacia los objetivos de desarrollo sostenible, elaborar estrategias eficaces de prevención y respuesta, y arrojar luz sobre la violencia en relación con el crimen organizado y las pandillas.