Artículo original en inglés publicado en el American Journal of Public Health: https://doi.org/10.2105/AJPH.2020.305922
[Extracto] La pandemia de COVID-19 plantea retos multifacéticos para el sistema de salud estadounidense. Uno de esos retos consiste en dar información vital sobre salud al público, tarea que se ha hecho más difícil por el flagelo de la información errónea sobre la salud en todo el ecosistema de la información (1, 2). Aquí se formulan algunas recomendaciones concretas para los oficiales de la información de salud pública y los profesionales de la comunicación que preparan campañas de comunicación para los organismos y organizaciones de salud a fin de maximizar la posibilidad de que las advertencias de salud lleguen al público oportunamente.
En el Shorenstein Center de la Harvard Kennedy School, el proyecto de investigación de tecnología y cambio social estudia cómo se propaga la información errónea y cuál es su impacto en la política y la sociedad (bit.ly/2YcTX09). A diferencia de la desinformación política, o las noticias falsas, la información errónea sobre la salud puede dar lugar rápidamente a cambios en los comportamientos, razón por la cual los comunicadores de salud no pueden esperar a que las empresas de tecnología resuelvan el problema (3). [...]