El proceso de envejecimiento poblacional llevará a un aumento en problemas de salud en personas mayores, principalmente relacionados a su funcionalidad. En esta línea, los países de la Región de las Américas deben comenzar a actuar para hacer frente a este desafío. Una de las tareas fundamentales en este reto tiene que ver con la capacidad de medir y monitorear la funcionalidad de la población. Los instrumentos utilizados para evaluarla están enfocados principalmente en las actividades básicas de la vida diaria, lo que limita su capacidad preventiva por ser las actividades instrumentales las que permiten un mejor pronóstico. Usando el caso de Chile identificamos desafíos para la Región, principalmente relacionados con las ventajas de incorporar nuevas metodologías de evaluación de la capacidad funcional que no solo permitan las estrategias actuales sino, también, detectar precozmente su deterioro y monitorear sus estadios a lo largo de la dependencia en las personas mayores. Ello permitirá, a la vez, evaluar las iniciativas de prevención y manejo de la pérdida de la funcionalidad.