Objetivo.
Determinar los problemas de salud mental emergentes, las estrategias para abordarlos y las oportunidades para reformar los sistemas de salud durante la pandemia de COVID-19 en América del Sur
Métodos.
A mediados de abril del 2020, se envió un cuestionario en línea a los encargados de tomar decisiones en materia de salud mental en los Ministerios de Salud de diez países de América del Sur. El cuestionario semiestructurado consistía en doce preguntas agrupadas en tres secciones principales: desafíos emergentes en materia de salud mental, estrategias actuales y posibles para enfrentar la pandemia, y elementos clave para la reforma de la salud mental. Establecimos palabras clave y temas para cada sección mediante el análisis del contenido sumativo.
Resultados.
Se informó un aumento de la carga y las necesidades en materia de salud mental como consecuencia directa e indirecta de la pandemia de COVID-19. Los confinamientos a nivel nacional representan un desafío en la prestación y el acceso al tratamiento y la atención de la salud mental. Las estrategias para satisfacer las necesidades de salud mental dependen en gran medida de las respuestas oportunas y adecuadas, que requieren el fortalecimiento de la gobernanza y de los sistemas en el ámbito de la salud mental, la disponibilidad de servicios y plataformas virtuales, y la formación de capacidad apropiada para los prestadores de servicios. Las estrategias a corto y mediano plazo se centran en reforzar las redes comunitarias de salud
mental y la telemedicina para los grupos poblacionales de alto riesgo. Las oportunidades para la reforma de la salud mental a largo plazo entrañan fortalecer los marcos jurídicos, la redistribución de los recursos financieros y la colaboración con los asociados a nivel nacional e internacional.
Conclusiones.
En los países de América del Sur, se ha determinado que la salud mental y el apoyo psicosocial son un área prioritaria en la respuesta a la COVID-19. La pandemia ha generado necesidades específicas que requieren medidas apropiadas, como las intervenciones virtuales, la orientación de la formación de
capacidad hacia la protección de los usuarios y prestadores de servicios de salud, el fortalecimiento de la toma de decisiones basadas en la evidencia, y la integración de la salud mental y el apoyo psicosocial en los mecanismos de alto nivel que guían la respuesta a la COVID-19.