Objetivo
El objetivo de este estudio consistió en describir y realizar una evaluación crítica del programa de vacunación contra la COVID-19 para adolescentes de alto riesgo en Curazao, así como proporcionar información sobre factores importantes, como el recelo de los progenitores con respecto a la vacunación y las estrategias eficaces para comunicar y ofrecer información sobre ella.
Métodos
Se llevó a cabo un estudio transversal. Debido a las limitaciones de los centros médicos de la isla, era importante seleccionar a los adolescentes de entre 12 y 17 años con un riesgo alto de infección grave por COVID-19; se consideró que tenían un riesgo alto los miembros de este grupo poblacional que presentaban enfermedades como obesidad, hipertensión arterial o diabetes mellitus de tipo 2. Tanto estos adolescentes como sus cuidadores fueron invitados por sus pediatras a vacunarse dentro del marco de un programa impulsado por el Departamento de Salud Pública de Curazao. Estos pacientes de alto riesgo se vacunaron entre el 30 de mayo del 2021 y el 25 de febrero del 2022 en espacios adaptados a la población pediátrica, que contaban con la presencia de un especialista en pediatría para orientarles y tranquilizarles y donde se les administró la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer- BioNTech en la dosis recomendada para su edad. El criterio de valoración principal fue la descripción y evaluación de la asistencia para recibir la vacuna. El criterio de valoración secundario fueron los efectos secundarios posteriores a la vacunación en los grupos de edad de 12 a 15 años y de 16 a 17 años. También se registraron los motivos para negarse a recibir la vacuna o para el incumplimiento del calendario de vacunación.
Resultados
En total, se vacunó al 51% (24/47) de las personas de 16-17 años invitadas, en comparación con el 42% (26/69) de las de 12-15 años. Se vacunó al 46% de esta población de alto riesgo, en comparación con el 48% de la población de 12 a 17 años sin factores de riesgo. En nuestra población, la mayoría de los pacientes no presentaron ningún efecto secundario y cuando los hubo, estos fueron leves. No se observaron casos de miocarditis ni de pericarditis. La falta de confianza en la vacuna y la baja prioridad otorgada a la vacunación a la hora de programar las actividades diarias fueron factores importantes en la negativa a recibir la vacuna o el incumplimiento del calendario de vacunación.
Conclusiones
Si se quiere organizar un programa de vacunación exitoso en una comunidad pequeña y con recursos limitados para tratar a la población adolescente de alto riesgo, es crucial que el personal médico proporcione una información fiable. Las iniciativas de salud pública deben centrarse en disipar los temores de los progenitores sobre las vacunas. Asimismo, el hecho de asegurar una buena cooperación entre el personal médico y el Departamento de Salud Pública puede contribuir al éxito de la iniciativa. Por último, la involucración de pediatras y el uso de espacios específicos para la vacunación de la población adolescente pueden ayudar a generar un clima de confianza en progenitores y cuidadores.